Por Américo Vallenas, director de Strategy&
Durante los últimos dos años, las empresas se han visto obligadas a tomar decisiones aceleradas y reactivas ante situaciones impredecibles, como la pandemia del COVID-19 o la inestabilidad política que actualmente vivimos en el país. Para enfrentar esta incertidumbre, entraron en modo de austeridad y tomaron decisiones para recortar costos.
Algunas tuvieron que reinventarse para no desaparecer, muchas todavía intentan recuperar su trayectoria de crecimiento y pocas fueron las grandes ganadoras de la reactivación económica. Independientemente de la situación actual, el recorte de costos y la etapa de austeridad no es una solución a largo plazo. Tarde o temprano, todas las empresas deben estar preparadas para impulsar su crecimiento en época de incertidumbre.
En este tipo de situaciones, es necesario desarrollar capacidades de resiliencia y agilidad, que permitan aprovechar oportunidades en medio de las dificultades. El camino hacia el éxito requiere de un equilibrio entre la reducción de costos para sobrevivir hoy e invertir para crecer en el futuro. Es por ello que la metodología Fit for Growth, de PwC Strategy&, complementa la formulación de un plan estratégico exitoso con un ejercicio para establecer una estructura de costos basada en capacidades. El concepto radica en invertir en capacidades sostenibles y diferenciadoras para superar la competencia y optimizar rigurosamente los demás costos a través de una clasificación de actividades.
El primer grupo de capacidades corresponde a las actividades mínimas necesarias para mantener el negocio en marcha, a estas las llamamos “Lights on”. El objetivo es identificarlas para poder minimizar su costo y asegurar su óptimo funcionamiento con la menor cantidad de recursos posible.
Las siguientes son las “no requeridas”, a las cuales se les debe eliminar. Muchas empresas siguen alocando costos en actividades que en algún momento dejaron de ser necesarias. Son aquellas actividades heredadas sin propósito estratégico.
Las “Table stakes” son las capacidades básicas para mantenerse competitivo en la industria. Se debe buscar optimizarlas para reducir su costo lo máximo posible, pero sin sacrificar la calidad de las operaciones.
Por último, las “capacidades diferenciadoras” son las que permiten ejercer una ventaja competitiva en el mercado. Se debe sobreinvertir en ellas para alcanzar altos niveles de innovación, calidad o productividad. El número total de capacidades diferenciadoras no deben exceder de seis para enfocar los recursos en desarrollarlas de forma exitosa.
Estos conceptos toman especial relevancia en el contexto en el que se encuentran las empresas peruanas. Tras más de dos años de iniciada la pandemia, con un panorama aún incierto y con perspectivas de crecimiento por debajo de 3% según BCRP, las compañías deben aprovechar lo que queda del año para definir prioridades estratégicas, optimizar costos de forma alineada a la estrategia y fortalecer la estructura organizacional, solo así estarán listas para crecer.